Como otros muchos artefactos, esta máquina fue creada por el matemático Herón de Alejandría en el siglo I d.C.
El dispositivo, situado a la entrada de los templos, dispensaba una pequeña cantidad de agua sagrada a cambio de una moneda.
El sistema era muy sencillo: al caer, la moneda accionaba una palanca que se elevaba y dejaba salir el líquido durante unos segundos.
Un primer esbozo de lo que muchos siglos después serían las máquinas expendedoras.
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